domingo, 8 de julio de 2012

Elector indeciso o “gallo tapao”? 


Me cuesta creer que en medio de la polarización política a la cual ha sido sometido el país desde que este régimen se hizo del poder, puedan algunos expertos encuestólogos hacernos creer que existe una nutrida masa de electores, quienes ante el evento por venir el 7Oct, estén a estas alturas deshojando la margarita para ver con qué opción se quedan. Más aún, hacernos pensar que es en manos de este numeroso grupo en quienes está el destino del país. Y es que en términos de decisión electoral, esto tiene mucho sentido cuando se trata de variadas opciones que en alguna medida producto de la evaluación se yuxtaponen, y ese no es el caso de la decisión electoral y política que hoy tiene el elector al frente.

No se trata como en otrora la sutil diferencia entre ser adeco o copeyano, por ejemplo, lo que daba una fácil movilidad de mucha gente entre una y otra opción. Estamos ante una cosmovisión del mundo que sólo coincide en el deseo de estar en el poder. De resto se enfrenta de manera profunda en los propósitos para los cuales se quiere instrumentar el poder político una vez obtenido. Y eso, el elector menos avezado, menos documentado, menos ilustrado; lo tiene claro. No es una sutileza.

 Lo peligroso de una apuesta hacia quienes en apariencia están indecisos y a la espera de que alguno de los dos candidatos los convenzan, es que dirige a la alternativa de la oposición a una opción que le puede salir cara, porque no se trata de conquistar al indeciso sino de traer votos del chavismo que vienen inconformes o que ven con preocupación la perpetuación de este modelo en el poder, a sabiendas de la hipoteca que estamos asumiendo como nación toda, con un lánguido futuro al frente.

 La idea de los “ni-ni” como los “casi-casi” pero sin saber de qué lado están en realidad, desenfoca los esfuerzos que deben hacerse por atraer al compatriota chavista desilucionado, preocupado, afectado, engañado; y al cual debe devolverse la esperanza de un futuro creíble, pero sin el temor de perder lo que siente también ha ganado en los últimos años. Y esto pasa por generar un diálogo y convencer con argumentos que generen el contraste y la comprensión rápidas de lo que está en juego. Convencer al ciudadano de su papel en la definición de su propia vida, como resultante de su esfuerzo y tesón, acompañado de un sistema, de un Estado, que vela para que se den las condiciones que conduzcan a potenciar la correlación entre dedicación y resultados, trabajo y logro. No es una tarea fácil, obviamente, porque lo que está en confrontación son dos visiones, una de las cuales te dice: con tu esfuerzo progresas y el gobierno está para garantizar que esta ecuación opere. La otra visión, supone que si le das su voto, habrá un gobierno que distribuirá la riqueza que tiene este país, que te ha sido negada, pero que ha llegado la hora de que la disfrutes, independientemente de tu esfuerzo.

 Es así de simple y ante esta disyuntiva, tan diferenciada; la gente ha fijado posición, de manera que es poco probable la presencia de gente indecisa y más la gente que por una u otra razón no nos dice a qué le apuestan. Lo que se conoce en el argot de las galleras, como “el gallo tapao”.