sábado, 24 de abril de 2010

Hipótesis delincuenciales

La delincuencia que padecemos todos los días, como fenómeno particularmente complejo, no merece una respuesta única, no se encuentra en un solo responsable. Siguiendo entonces el método, que nos da orden, he preferido optar por elaborar hipótesis de explicación, lo que sin dudas resulta más escurridizo, pero también puede servir para ver las distintas lentes de un fenómeno tan complejo.

Hipótesis 1: Se nos vino la violencia del hermano país de Colombia.

Similar a lo que ocurre en las propiedades horizontales cuando un vecino fumiga; las chiripas, cucarachas y roedores se desplazan a las viviendas aledañas. No se puede negar en ese sentido el esfuerzo que ha hecho Colombia por erradicar de manera frontal a la guerrilla, el narcotráfico y el hampa común en general. La transformación de ciudades como Bogotá, Medellín fue el resultado de un conjunto de políticas públicas, de acuerdos nacionales y de reformas judiciales que decididamente adoptaron los colombianos para frenar uno de los problemas que más afectaba la calidad de sus conciudadanos. Pero qué ocurrió con los actores y organizaciones criminales? Desparecieron? Buena parte de sus líderes fueron extraditados a Estados Unidos, otros eliminados. Pero en general, el aparato que trabajó en estas organizaciones debió desplazarse a otras zonas de operación y una de ellas fue claramente Venezuela. Aquí se vinieron actores y prácticas. Con la dificultad adicional de que se encontraron con un país subsumido en una institucionalidad más debilitada y con la división política y social más severa de los últimos cincuenta años, lo que a su vez impidió que los distintos actores pudiésemos ponernos de acuerdo en la comprensión y en la táctica para resolver un problema tan complejo. Nos agarraron desnudos y la fiesta está encendida.

Hipótesis 2: En Venezuela “el crimen sí paga”.

El viejo principio de los incentivos sirve de primer criterio para apoyar la hipótesis: si el costo de cometer un acto criminal (más aún, la probabilidad de que el costo efectivamente se dé), es menor que lo obtenido por llevar a cabo dicho acto; entonces los actos criminales incrementarán su probabilidad de ocurrencia. Esto tiene demostraciones como esta: en muchos casos el criminal mata sin aparente razón. Llegan, roban a una persona, esta entrega sus pertenencias, igual la matan. Otro: la matan y no se llevan las pertenencias. Ya se mata para ganar cartel, como se dice en los barrios. Sí, es como un sistema de puntos y más recientemente el premio mayor es asesinar a nuestros funcionarios policiales y despojarlos de sus armas de reglamento. Casi un deporte. Pero entonces, lo que está detrás de todo esto es una anomalía social desquiciada, que no soporta una relación entre lo que materialmente se obtiene de un hecho criminal, delincuencial versus las penas potenciales. Mas datos: un Secuestro Express a un ciudadano que viva en un barrio puede generar hasta 10 mil Bs en 48 horas. Recuerdo una misa en la que estuve hace unos ocho meses en la iglesia de la Sagrada Familia en Propatria, Catia, y entre las peticiones que se hicieron, estaban la de dos muchachos secuestrados en uno de los barrios de la zona para que no les pasara nada. Qué decir para personas clase media – baja, media – media? En estos casos, una secuestro en 48 horas puede producir entre los 100 mil y 500 mil Bs. Dime si dan con un personaje enchufado al sistema y que como muchos sospechan, se mueven sólo en efectivo? Los cuentos no pararían, porque seguramente todos saben de un cuento, de vacunas, extorsiones por mascotas, por protección forzada, armamentismo. Detrás de esto, falta de actuación decidida del Estado, instituciones desarticuladas y confundidas en su comprensión afrancesada de la delincuencia. Y mucho billete.

Hipótesis 3: Un gobierno que confunde

Algunos analistas sostienen la idea de que el silencio del gobierno ante la delincuencia se debe al hecho de que le resta popularidad y que por esta razón es un tema tabú. Esa me cuesta digerirla. Y lo digo porque en los procesos electorales que se debió hacer uso del tema para ponerlo en la agenda, se hizo. Sí, dirán Uds. A través de operativos que se confunden con políticas –en el mejor estilo militarista, como si el país es el patio de honor de la Academia Militar-, o con los llamados procesos PC’s que he comentado en otra oportunidad. Y lo cierto es que nada ha dado resultado, como sí ocurrió con el gobierno de Uribe, por ejemplo, que le llevó a una segunda reelección y casi lo monta una tercera. Entonces el tema no es la conveniencia electoral. Recuerdo un viejo amigo del MIR que simpatizó con el gobierno hasta hace un par de años, cuando me confesaba que este, no podía ser un proceso revolucionario si el tema de la criminalidad no estaba en la agenda de un camarada que con dos dedos de frente asumiera su rol transformador y se identificar con los carmas verdaderos del pueblo. De allí mi propuesta de que en más de una mente de ese liderazgo actual, debe estar la idea de que el aparato delincuencial opere como el encargado de “reprimir”, atemorizar, mantener a raya; a buena parte de la población que no cuenta con vehículo blindado, guardaespaldas, casetas de vigilancia. Y buena parte de esa gente, es precisamente la masa intermedia, la clase trabajadora que tiene la aspiración y potencial de mejorar, cosa adversa a los principios y ética que el proceso político actual exige. Son también buena parte de esta gente, la que se nos va del país, no porque los persiga el SEBIN (anterior Disip), sino porque fueron víctimas cercanas o directas del crimen desatado. Podemos pensar también que cuando un líder le da legitimidad al acto delictivo, bajo la justificación de que lo hace para dar de comer a su familia, en esta misma medida expone su fracaso y eleva a la “n” el problema, lo que alguna ventaja le trae para mantenerse en el poder. La más clara: opera como su aparato represor.

Hipótesis 4: Familia y Petrodólares

Sí, el delincuente suele provenir de una familia poco estructurada, que no es capaz de ser contenido con valores de trabajo, rectitud, la cosa bien habida. Y esta ha sido una de tantas explicaciones que autoridades de distintas instituciones han puesto en la mesa. Pero digo yo, nuestro conciudadano promedio, acaso no tiene en mente que nació en un país rico y que por lo tanto al nacer “ya tiene la arepa debajo del brazo”? Digamos, nuestros compatriotas promedio, no vienen enjuagados en la idea de que esa entelequia llamada oligarquía les quitó la oportunidad de una vida más placentera? De lo que se trata es de capturar, recuperar esa riqueza perdida y cuando el propio gobierno que pregona estas ideas, precisa que no tiene nada que repartir, entonces va por lo de otros. Y eso, visto en una escala, por ejemplo, de gobierno arremetiendo contra la propiedad de otro, queda calcado en la acción cotidiana de quien se te acerca en cualquier esquina y de manera firme, pero violenta, te dice que le des tus pertenencias. La lógica de principios gobierno – familia es la misma.

domingo, 4 de abril de 2010

Los límites del juego democrático

En Mayo de 1994 Carlos Andrés Pérez era enjuicido por peculado de uso. Fueron 17,2 millones de dólares los que había dispuesto de la partida secreta para apoyar a Violeta de Chamorro en Nicaragua. Pero ese acontecimiento era la síntesis de algo más. Suponía hacer un alto en un país que venía descomponiéndose rápidamente, por lo que se demostraba que las instituciones democráticas sí funcionaban. “Ha salido el hombre”, nos dijo el alto funcionario de la Guardia Nacional a los estudiantes que estábamos a las afueras del congreso pidiendo el antejuicio de mérito de CAP. Y los gritos de algarabía no se hicieron esperar.

El juicio a CAP también significaba la reivindicación de las intentonas golpistas del 92, significó dar la razón a toda la campaña muy bien respaldada por los medios de comunicación que atacaron a toda la dirigencia política de entonces. Sí señor. No nos caigamos a coba: El Sr. Otero, la gente de Venevisión. Bueno, hasta Marcel Granier quiso ser presidente del país.

Ojo, yo no quiero decir que CAP era inocente –sin que al decir lo propio de la razones por las cuales se le condena, sepamos que su enjuiciamiento nos suenan a juego de niños ante los desvíos presupuestarios personalísimos de nuestro presidente hoy-, pero tampoco podemos esquivar la responsabilidad de quienes al orquestar el cruento ataque a las instituciones políticas de otrora, abrieran la posibilidad del ex – país (término usado por mi profesor Agustín Blanco Muñoz) en el cual vivimos hoy.

Y a cuenta de qué este recuento? Bueno, porque me parece oportuno dar respuesta a los “analistas” de nuestros días, que vienen jugando a la de que, así como en aquella oportunidad, pudimos salir de un gobierno tan peorro como el de CAP –que no lo era-; entonces, por la vía del voto saldremos de este otro y por supuesto, todo comenzará por la Asamblea Nacional, así sea con unos cuantos curules. Pues mi visión es menos optimista: no he conocido un proceso revolucionario, que salga a punta de votos. A decir verdad, y este es el enredo en el que nos encontramos, no había conocido una revolución que llegara por los votos, un jaraquiri político, pues. Y claro que tenemos que jugar al voto y a los procesos democráticos, pero dudo mucho que tanta institucionalidad nos permita salir de esta época oscura en la que nos encontramos. Y eso hay que decirlo a la gente, porque es políticamente responsable y nos mantiene activos ante las posibles salidas in extremis que haya que asumir en el futuro. Hablar claro también conjura las depresiones posteriores, cuando la gente vea que no se consiguió todo lo que su imaginario suponía, porque estamos frente a una revolución, que no ante un gobierno de turno, chico.

Pero especulemos un poco más. Supongamos que sí sea el voto el que nos saque del atolladero de la Revolución Turra. Y entonces logramos los suficientes curules en la Asamblea como para que el presi tenga que pedir permiso cada vez que salga del país, o que apruebe recursos a lo loquito en cada gira que hace por los pueblos indígenas.

Más aun, supongamos que un gallo nuestro gana en el 2012 y comienza una nueva página en la historia. Qué hacemos con los militares que hoy mandan en todos lados? O es que nos creemos es de que estos señores van a obedecer cuando se les diga que tienen que volver a los cuarteles, como cuando en los recreos suena el timbre y la maestra dice: “niños, a formación para entrar al salón”? Quién se cree ese cuentico?

Cómo desmontas el país elevado a la “n” en corrupción? Cómo desmontar las mafias enquistadas en todo el aparataje del estado? Cómo desilusionar al funcionariado egresado del modelo educativo versión “spray”? Cómo le haces a la neoburguesía bolivariana?

Del otro lado, cómo detenemos la falsa ilusión que ha creado la Revolución según la cual el pueblo hoy decide y en el traspaso de las decisiones a través de los Consejos Comunales, de si por ejemplo van las escaleras o las tuberías de aguas negras; eso te hace un ciudadano políticamente más activo y responsable? En paralelo, Chávez se vuela toda la Institucionalidad que regula las relaciones de una sociedad, quedando él y el pueblo. Cómo volver a las regularidades, esas que dan garantía lógica donde si a, entonces b?. Si robaste vas preso; si estudias y te destacas te debe ir mejor; si trabajas con ahínco puedes superarte, si te comes la luz te sale multa; si pagas tu seguro social te sale tu pensión de vejez decente; y miles de cosas más que encierran un si a, entonces b.

Ven que no está fácil? Pero esos dilemas hay que ponerlos sobre el tapete, porque son en el fondo las respuestas al plan B, para cuando el voto y la eficiencia de estas instituciones democráticas no nos sean suficientes; como no lo han sido para Ledezma o para Pérez, Pérez Vivas, quise decir.