domingo, 4 de abril de 2010

Los límites del juego democrático

En Mayo de 1994 Carlos Andrés Pérez era enjuicido por peculado de uso. Fueron 17,2 millones de dólares los que había dispuesto de la partida secreta para apoyar a Violeta de Chamorro en Nicaragua. Pero ese acontecimiento era la síntesis de algo más. Suponía hacer un alto en un país que venía descomponiéndose rápidamente, por lo que se demostraba que las instituciones democráticas sí funcionaban. “Ha salido el hombre”, nos dijo el alto funcionario de la Guardia Nacional a los estudiantes que estábamos a las afueras del congreso pidiendo el antejuicio de mérito de CAP. Y los gritos de algarabía no se hicieron esperar.

El juicio a CAP también significaba la reivindicación de las intentonas golpistas del 92, significó dar la razón a toda la campaña muy bien respaldada por los medios de comunicación que atacaron a toda la dirigencia política de entonces. Sí señor. No nos caigamos a coba: El Sr. Otero, la gente de Venevisión. Bueno, hasta Marcel Granier quiso ser presidente del país.

Ojo, yo no quiero decir que CAP era inocente –sin que al decir lo propio de la razones por las cuales se le condena, sepamos que su enjuiciamiento nos suenan a juego de niños ante los desvíos presupuestarios personalísimos de nuestro presidente hoy-, pero tampoco podemos esquivar la responsabilidad de quienes al orquestar el cruento ataque a las instituciones políticas de otrora, abrieran la posibilidad del ex – país (término usado por mi profesor Agustín Blanco Muñoz) en el cual vivimos hoy.

Y a cuenta de qué este recuento? Bueno, porque me parece oportuno dar respuesta a los “analistas” de nuestros días, que vienen jugando a la de que, así como en aquella oportunidad, pudimos salir de un gobierno tan peorro como el de CAP –que no lo era-; entonces, por la vía del voto saldremos de este otro y por supuesto, todo comenzará por la Asamblea Nacional, así sea con unos cuantos curules. Pues mi visión es menos optimista: no he conocido un proceso revolucionario, que salga a punta de votos. A decir verdad, y este es el enredo en el que nos encontramos, no había conocido una revolución que llegara por los votos, un jaraquiri político, pues. Y claro que tenemos que jugar al voto y a los procesos democráticos, pero dudo mucho que tanta institucionalidad nos permita salir de esta época oscura en la que nos encontramos. Y eso hay que decirlo a la gente, porque es políticamente responsable y nos mantiene activos ante las posibles salidas in extremis que haya que asumir en el futuro. Hablar claro también conjura las depresiones posteriores, cuando la gente vea que no se consiguió todo lo que su imaginario suponía, porque estamos frente a una revolución, que no ante un gobierno de turno, chico.

Pero especulemos un poco más. Supongamos que sí sea el voto el que nos saque del atolladero de la Revolución Turra. Y entonces logramos los suficientes curules en la Asamblea como para que el presi tenga que pedir permiso cada vez que salga del país, o que apruebe recursos a lo loquito en cada gira que hace por los pueblos indígenas.

Más aun, supongamos que un gallo nuestro gana en el 2012 y comienza una nueva página en la historia. Qué hacemos con los militares que hoy mandan en todos lados? O es que nos creemos es de que estos señores van a obedecer cuando se les diga que tienen que volver a los cuarteles, como cuando en los recreos suena el timbre y la maestra dice: “niños, a formación para entrar al salón”? Quién se cree ese cuentico?

Cómo desmontas el país elevado a la “n” en corrupción? Cómo desmontar las mafias enquistadas en todo el aparataje del estado? Cómo desilusionar al funcionariado egresado del modelo educativo versión “spray”? Cómo le haces a la neoburguesía bolivariana?

Del otro lado, cómo detenemos la falsa ilusión que ha creado la Revolución según la cual el pueblo hoy decide y en el traspaso de las decisiones a través de los Consejos Comunales, de si por ejemplo van las escaleras o las tuberías de aguas negras; eso te hace un ciudadano políticamente más activo y responsable? En paralelo, Chávez se vuela toda la Institucionalidad que regula las relaciones de una sociedad, quedando él y el pueblo. Cómo volver a las regularidades, esas que dan garantía lógica donde si a, entonces b?. Si robaste vas preso; si estudias y te destacas te debe ir mejor; si trabajas con ahínco puedes superarte, si te comes la luz te sale multa; si pagas tu seguro social te sale tu pensión de vejez decente; y miles de cosas más que encierran un si a, entonces b.

Ven que no está fácil? Pero esos dilemas hay que ponerlos sobre el tapete, porque son en el fondo las respuestas al plan B, para cuando el voto y la eficiencia de estas instituciones democráticas no nos sean suficientes; como no lo han sido para Ledezma o para Pérez, Pérez Vivas, quise decir.

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